Hasta el siglo XIX y durante él, estámos en un país predominantemente agrario. La industrialización comenzó a mediados del siglo, en algunas zonas como Cataluña o el País Vasco el diferente desarrollo de los sectores secundario y terciario durante el siglo XX produjo un desigual crecimiento económico.
En las regiones que forman el Estado español se desarrollan diversas actividades económicas: agrarias y ganaderas mineras industriales y de servicios especialmente turismo.
La agricultura. Las actividades agrarias están limitadas por condicionamientos físicos y humanos. La actividad agrícola en España ha sufrido importantes cambios durante el siglo XX.
- Condicionamientos físicos. Factores como el clima los suelos o el relieve condicionan un tipo u otro de agricultura. A la barrera física del territorio español le corresponde una variedad agrícola y ganadera, pues no se cultiva los mismos productos en la España húmeda que en la España seca, en la región montañosa que en la llana, en la zona subtropical que la zona continental, en las zonas costeras que en las zonas interiores. El relieve montañoso de la península dificulta la agricultura, ya que limita la superficie apta para el cultivo. Además, las zonas de elevada altitud tienen temperaturas bajas y riesgos de heladas, perjudiciales para la agricultura.
- Condicionamientos humanos. La actuación humana también ha condicionado la agricultura, por ejemplo con la introducción de los regadíos en algunas zonas como el Levante o con la construcción de terrazas o bancales en las zonas de montañas para aprovechar mejor las tierras para el cultivo.
Los cambios en la agricultura. Como hemos dicho anteriormente, en el siglo XIX la economía española se basaba principalmente la agricultura. Durante ese siglo se produjeron en España varios intentos de reforma agraria, todos fracasaron. Posteriormente, el gobierno de la Segunda República aprobó una reforma 1933, pero no se puso en práctica a causa, entre otras razones, del comienzo de la Guerra Civil en 1936. A partir de los años 50, comenzó la modernización de la agricultura, con la introducción de nuevas técnicas y nueva maquinaria, por lo que aumentó el rendimiento agrícola. Al mismo tiempo se produjo un éxodo rural con la marcha de la población del campo a las ciudades y a las regiones más industrializadas, lo que produjo un desequilibrio que los sectores agrícola e industrial y en la distribución de la población. La mano de obra agrícola pasó a la industria y al sector de los servicios, que empezó a crecer en las ciudades. De esta manera sector agrario ha pasado de ocupar a un 48.8% de población activa en 1950 a 7.2% en el 2000. Actualmente las comunidades con un sector primario más importantes son Navarra, Extremadura, Andalucía y Galicia.
Por sectores, destacan los productos de secano, sobre todo los cereales y el olivo, aunque los cultivos del regadío: hortalizas y árboles frutales han aumentado su producción en los últimos años (cultivo en invernaderos). La entrada en la Comunidad Europea en 1986 provocó la existencia de excedentes en la agricultura española, por lo que se decidió incentivar el cierre de explotaciones agropecuarias no rentables.
La industria y los servicios. La industrialización española comenzó la segunda mitad del siglo XIX en las zonas donde convergieron los factores adecuados para su desarrollo, concretamente, Cataluña y el País Vasco. Por el contrario, tuvo un débil desarrollo el resto del territorio español.
Algunos de los problemas con los que se encontró tenían relación con la configuración física de la península ibérica, como la falta de una red de transporte que uniera al centro y la periferia, debido en parte a las dificultades orográficas. La industrialización continuó durante el siglo XX, hasta que fue interrumpida por la guerra civil en 1936.
Desde el final de la guerra se practicó una política económica de autarquía e intervencionismo estatal, hasta que en 1959 se llevó a cabo el plan de estabilización para solucionar el atraso económico con respecto a Europa. Con él se inicia una liberalización económica que coincidía con la modernización que se estaba llevando a cabo la agricultura. Entre 1960 y 1964 se produjo una apertura al exterior impulsó la economía española. En 1964 con los planes de desarrollo se instaló una nueva política económica que potenció la industrialización de algunas regiones se pretendía disminuir el desequilibrio entre regiones y para ello se pusieron en marcha los polos de desarrollo, que intentaba promover el crecimiento de algunas ciudades donde la industria estaba menos desarrollada o en ciudades carentes de industria. Este plan consiguió convertir en núcleos industriales algunas ciudades como Valladolid, Vigo o Zaragoza.
Entre los años 1960 y 1970 se produjo un crecimiento de la industria del sector servicios, que pasaron a ser mayoritarios y que dieron lugar al crecimiento de la economía española. La industria pasó de ocupar a un 28.7% de la población activa en 1960 a un 37.4 en 1970. A pesar de los planes de desarrollo, el crecimiento industrial no se produjo en todo el Estado, lo que aumentó el desequilibrio económico. Cataluña, el País Vasco, por sus condiciones favorables, y Madrid, donde se destinó una fuerte inversión, fueron las regiones con mayor crecimiento, seguidas del resto de las regiones periféricas.
Entre los sectores industriales destacaron la industria siderometalúrgica, la química, la de construcción de maquinaria industrial y naval, la automoción, la textil y la agroalimentaria.
Asimismo, el crecimiento industrial vino acompañado del desarrollo del sector terciario, básicamente en los núcleos urbanos como Madrid o Barcelona. El sector servicios pasó de ocupar a un 31.6% de la población activa en 1960 al 37.8% en 1970.
Dentro del sector terciario destacó el turismo, sobre todo en la costa mediterránea y en los archipiélagos balear y canario. Gracias al clima, el turismo hizo crecer la economía de estas regiones.
El desarrollo industrial se vio frenado por la crisis de finales de los años 70 y a principios de los 80. Ésta afecta especialmente a algunas industrias como la siderurgia y la construcción naval, que tuvieron que iniciar una reconversión que afectó la mano de obra empleada e hizo aumentar el paro. Entre los años 80 y 90, la incorporación de España a la Unión Europea ha obligado a modernizar modernizar la industria para adaptarla a sus estructuras técnicas y productivas, hasta conseguir niveles semejantes a los de los países más industrializados de Europa, para poder competir con ellos.
La desigual distribución de los sectores económicos continúan en la actualidad. Cataluña y el País Vasco siguen siendo las comunidades autónomas con una mayor industria, junto con la Comunidad Valenciana y La Rioja. El sector secundario ocupaba en el año 2000 el 31.2% de la población activa. A pesar de la modernización industrial y del desarrollo económico general, el crecimiento de la población, de la industria y de los servicios ha sido desigual entre las regiones.. Ello ha provocado que en la actualidad siga habiendo un desequilibrio regional. Dicho desequilibrio provoca fricciones entre las distintas Comunidades Autónomas por el diferente grado de dependencia de ayudas y subvenciones económicas.